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Un llamado a levantar la mirada y sembrar esperanza dejó en Tedeum 2025 celebrado en La Serena

La celebración solemne se realizó este lunes 15 de septiembre en el templo Catedral Metropolitano, presidida por el Arzobispo René Rebolledo Salinas, con gran participación de fieles, junto a autoridades especialmente invitadas.

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Red Comunales

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Te Deum

Al toque de la trompeta se dio inicio al acto solemne de acción de gracias a Dios, alabanza y súplica por Chile, su presente y porvenir. En la procesión inicial, después de la Cruz gloriosa de Nuestro Señor y los cirios encendidos, resaltó la Palabra, “Lampara para nuestros pasos, una luz en nuestros senderos” (sal.xx). Prosiguieron representantes de las colectividades migrantes presentes en la Región.

La Palabra de Dios, leída por una familia -huaso, china e hijos- expresó que ésta se ofrece como un don de amor a las familias, especialmente en este día a la “gran familia que conforma el pueblo de Chile”.

Homilía

En su primera parte, citando el Salmo 65 (64) 2-3, previsto en la celebración: “Oh Dios, Tú mereces un himno en Sión y a Ti se te cumplen los votos, a Ti, que escuchas la oración”, resaltó el Arzobispo que el salmista nos ayuda a comprender la motivación profunda del Te Deum: “Esta celebración es el precioso legado de nuestros antepasados, quienes, contemplando la acción de Dios en nuestra historia, reconocieron su mano providente, gran amor, bondad y misericordia, haciendo memoria agradecida de la acción de Dios en nuestro pueblo. Por ello, a Él, como también releva el salmista: “se cumplen los votos”. Son, en efecto, innumerables las razones personales, familiares, de la entera comunidad nacional, para agradecer a Dios y presentarnos ante Él con sencillez, ofreciendo ante el altar lo mejor de nuestra idiosincrasia, cultura, tradiciones, “el alma de Chile”.

Luego, refiriéndose al Evangelio, Juan 4, 34-35, afirmó: “el alimento de Jesús es conducirnos al Padre, fortalecernos en el camino de la vida y mostrarnos que Él mismo es la plenitud de la esperanza”.

Resaltó, de igual modo, “la comunidad cristiana, junto a las autoridades de la Región, escucha, acoge y se dispone hacer vida esta Palabra del Señor: “Mi alimento es hacer la voluntad del que me envió y concluir su obra” (Jn 4,34)”.

“A la luz de la Palabra proclamada y acogida, con fundada esperanza, somos invitados a renovar nuestro servicio a la patria, colaborando con Dios nuestro Padre en su Obra que, en cada tiempo y lugar, aún en circunstancias adversas, puede transformar con nosotros la realidad y hacer brotar “algo nuevo”, como hemos oído en la primera lectura del profeta Isaías: “No recuerden lo de antaño, no piensen en lo antiguo; miren que realizo algo nuevo; ya está brotando, ¿no lo notan? Abriré un camino por el desierto, ríos en el arenal…” (Is 43, 18-19). Su Hijo, Cristo el Señor, nos invita en el Evangelio: “Levanten los ojos y observen los campos que ya están madurando para la cosecha” (Jn 4, 35)”.

Se preguntó: “¿Nos comprometemos de verdad a transformar con Dios nuestro Padre la realidad y hacer brotar también entre nosotros: “algo nuevo”? ¿Estamos dispuestos a acoger la invitación del Señor Jesús, a “levantar los ojos y observar que los campos ya están maduros para la cosecha?”

Puso de relieve la belleza de la invitación en el Año Jubilar, como también provocadora a levantar la mirada: “¡Qué preciosas son estas invitaciones, cuando en la Iglesia universal estamos viviendo un año jubilar, año de la esperanza! ¡Qué provocadora resulta esta invitación del Señor a levantar la mirada para ser testigos y constructores de esperanza en un mundo complejo como el nuestro! En efecto, somos llamados a esta misión en una realidad que presenta numerosos signos contradictorios con el Evangelio”.

Entre los desafíos a afrontar, señaló: “La inseguridad por la que atravesamos y que nos paraliza, generando un clima de creciente desconfianza y orfandad, especialmente entre los más pobres. ¿Cómo podemos gestar “algo nuevo”, involucrándonos cada cual en primera persona en este prioritario desafío?”.

Luego, “la política, fuertemente crispada por el ambiente electoral polarizado, demanda grandes acuerdos, especialmente en un proyecto país, que tantas ciudadanas y ciudadanos anhelamos. ¿No podrían quienes se dedican a la alta misión de ser nuestros representantes -elegidos por el pueblo, investidos de autoridad- ofrecernos “algo nuevo”, en vista del bien común del país?”.

El distanciamiento notorio de los jóvenes de las instituciones “de las cuales un tiempo tomaron parte -comprometidos y entregándose con gran generosidad- porque en gran medida colmaban sus anhelos. ¿No sería este el momento de ofrecerles una verdadera renovación que los atraiga, aúne y puedan vislumbrar así un futuro de esperanza?”.

El clamor de los más pobres que interpela gravemente: “Son muchos los que no tienen casa o el pan para la mesa. La pobreza parece acrecentarse sin contención evidenciando como nuestra sociedad va generando una realidad creciente de descartados. En este momento teñido de ambiente electoral ¿No sería el momento para un gran acuerdo al servicio de generar políticas públicas que ayuden a los más pobres a transitar a condiciones de vida más humanas?”.

El creciente fenómeno migratorio que toca el alma de Chile: “Son miles los hermanos que llegan a nuestra tierra buscando un mejor porvenir. Entendiendo las complejidades que este proceso conlleva, no podemos dejarnos llevar por actitudes discriminatorias, sino que debemos hacer relucir lo mejor de nuestra fraternidad. Por ello, resulta pertinente preguntarnos: ¿Cómo podemos trabajar para que el proceso migratorio que toca a la puerta de nuestra patria sea una oportunidad para quienes llegan y también para quienes los recibimos?”.

La emergencia de la cultura de la muerte, “manifestada en proyectos de ley sobre el aborto y la eutanasia. El valor de la vida humana desde la concepción hasta la muerte natural es sagrada, y exige de nosotros cuidarla y custodiarla. ¿No sería mejor que los diferentes actores sociales trabajemos incesantemente por custodiar y promover el derecho a la vida en todas sus etapas, así como por su protección?”.

Finalizó su mensaje invitando “a alzar la mirada”, como también “a no dejarnos robar la esperanza y a comprometernos con el Evangelio, siendo testigos alegres de una fe capaz de tocar la realidad y transformarla, de un Evangelio que es causa de alegría, de una nueva humanidad que hace de la caridad su corazón palpitante. Alcemos la mirada para ver hacia el horizonte con esperanza convencidos de que hay una propuesta de sentido que ilumina y fundamenta todo”. 

Testigos alegres de una fe capaz de tocar la realidad y transformarla

Durante la celebración, diversas voces compartieron su visión y sentimientos en torno al futuro de Chile y los valores que lo sostienen. El Vice Superintendente del Cuerpo de Bomberos de La Serena, Julio Pinto Arancibia, subrayó que “Hermosas reflexiones del Arzobispo. Debemos servir a nuestra patria de forma desinteresada, atendiendo en gran medida los desafíos que esta nos presenta. Tenemos la firme esperanza en nuestro porvenir y por un Chile más próspero”. Por su parte, Elvira Paskel, vicepresidenta de la Asociación Colonia Peruana de Coquimbo, expresó: “Agradezco a Chile por acogernos, por hacernos parte de su cultura y de su hermosa historia; los migrantes venimos a sumar y a hacer de Chile un país más próspero”. En tanto, la concejala de La Serena, Teresita Prouvay, señaló: “El compromiso es hacer un Chile mejor con más trabajo, más seguridad”. Finalmente, Ingrid Rodríguez, catequista de la parroquia “San José de Juan Soldado”, destacó que “debemos ayudar al más necesitado, al que está en la calle, sin abrigo; Chile es un país solidario”.

En ambiente de alegría y esperanza, como de gran solemnidad, se vivió en el templo Catedral este solemne Te Deum 2025. Numerosos participantes manifestaron la trascendencia de la fe y la vivencia del Evangelio que, con la bendición y eficacia que brinda el Señor, puede ser fermento de una nueva humanidad, especialmente en nuestra patria.

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