Numerosos fieles llegaron hasta la Iglesia San Agustín de La Serena, ubicada en pleno centro de la ciudad colonial, con motivo de participar de la Eucaristía que presidió el Arzobispo René Rebolledo y en la cual se dio gracias a Dios por el servicio y la entrega de la Orden de Agustinos Recoletos, quienes se despiden de la Arquidiócesis tras servir por más de 17 años en el Convento “Ntra. Sra. de la Consolación” y la Iglesia aledaña, como también por más de 15 años en la parroquia “San Isidro” de la capital regional.
En la ocasión, además, se dio la bienvenida a la Orden de San
Agustín, quienes tras 18 años regresan a la zona para acompañar
pastoralmente a los fieles que participan habitualmente de las celebraciones y
actividades que se realizan en el templo ubicado en calle Prat con Cienfuegos.
El P. Enrique Catalán, Prior Provincial
de la congregación en Chile, manifestó que “para nosotros es una alegría volver
a este lugar. Es una comunidad que
queremos mucho. Es una ciudad que forma parte de nuestra historia. Nosotros
regresamos con el objetivo de servir y queremos hacerlo en comunión con la
Iglesia arquidiocesana”.
Nos
marchamos “Contentos, Señor, contentos”
Previo a su despedida, conversamos con
el Fr. Albeiro Arenas, Prior Provincial
de la Provincia Ntra. Sra. de la Candelaria de la Orden de Agustinos Recoletos,
a la cual pertenecía la comunidad que realizaba su servicio pastoral en La
Serena.
Padre
Albeiro, ¿cómo ha sido la experiencia para la congregación servir en La Serena?
La Orden de Agustinos Recoletos ha
servido en muchos lugares a lo largo y ancho del mundo católico, siempre
abierta a crecer y a compartir la fe con los hermanos que Dios pone en nuestro
camino. La experiencia en la Arquidiócesis de La Serena ha sido totalmente
enriquecedora, pues desde el principio nos abrieron las puertas para
desarrollar nuestra labor evangelizadora en la Iglesia de San Agustín y en la parroquia
San Isidro; son muchas las vivencias y
buenas anécdotas que nos llevamos luego de un poco más de 17 años de trabajo en
la zona.
¿Qué
aspectos destacaría de este período misionero en la Arquidiócesis?
Lo primero el aspecto humano. En todos
los ministerios encontramos personas de bien, comprometidas con su fe católica
en los diversos movimientos cristianos. Fueron muchas las personas que nos
dieron la mano y apoyaron con sus carismas personales, tanto en las necesidades
pastorales de la Iglesia San Agustín, como en la parroquia San Isidro.
Otro aspecto a destacar es la capacidad
organizativa en la ayuda al necesitado, canalizando el espíritu solidario del
serenense. Cuando se presentaban las calamidades o se requería atender una
necesidad en concreto, brilló la organización para dar la mano con prontitud.
La
promoción del laicado es notoria en La Serena, son muchos los ministerios
liderados por personas que aman la Iglesia y que nos hicieron recordar y ver la
riqueza con que Dios adorna a sus hijos, que se vislumbra en el trabajo en
equipo con varias comunidades parroquiales y religiosas. Además de fomentar el
culto eucarístico, penitencial y mariano en la advocación de Nuestra Señora del
Carmen que reposa en el templo que atendíamos. Asimismo, conocer y
enriquecernos con las experiencias pastorales vividas en la Arquidiócesis.
¿Qué
mensaje les gustaría dejar a la comunidad arquidiocesana antes de su partida?
No podemos menos que dar gracias a Dios
y al pueblo Chileno por permitirnos vivir esta experiencia tan enriquecedora
para los Agustinos Recoletos. Desde el principio nos acogieron y nos hicieron
sentir en casa, facilitando la labor ministerial y la vivencia del carisma
propio.
Nos
marchamos, como decía San Alberto Hurtado, “Contentos, Señor,
contentos” por haber servido a Dios y a la Iglesia en este país,
particularmente a la Arquidiócesis de La Serena. También con la certeza de
haber realizado lo que teníamos que hacer como servidores. Muy agradecidos con
todos y cada uno de ustedes, obispos, sacerdotes, religiosos y religiosas y,
muy especialmente, con los laicos que nos enseñaron mucho y nos tuvieron mucha
paciencia.